Shalom herman@s:
Hoy os traigo un canto de
ofertorio, llamado “En torno a tu mesa”.
Ya sabéis cual es el momento del
ofertorio en la misa: es cuando se hace la ofrenda del vino y el pan. El
sacerdote ofrece una oración, levantando la patena con la hostia, rezando en
ese momento: “Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este pan, fruto de
la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora Te
presentamos: él será para nosotros pan de vida”.
A continuación se ofrece el
vino; antes de levantar y ofrecer el vino, el sacerdote le agrega unas gotas de
agua, imitando la práctica hebrea de beber vino con agua en los tiempos en los
que Jesús celebró la última cena. Pero además el agua simboliza a cada uno de
nosotr@s, al pueblo, haciéndonos partícipes de su sacrificio. Así, al mezclarse
el agua con el vino el pueblo se une a Cristo, reuniéndose con Aquel en quien
cree. Las gotas de agua en el cáliz simbolizan, pues, la participación de
nuestra naturaleza humana con la naturaleza divina de Cristo.Tweet
Ya comenté en otra de mis entradas la diversidad de ofrendas que se pueden hacer en el momento del ofertorio (http://www.quequieresquetecante.com/2014/08/toma-mi-vida.html). Nosotr@s, como coro, sin duda lo mejor que podemos ofrecer a Jesús es nuestra música. El ofertorio sin duda alguna ganará mucho si se hace acompañado de un canto adecuado, como el que podéis ver en este vídeo:
¿Ya conocías esta canción? Pues dime tú qué quieres que te cante.
EN TORNO A TU MESA
(acordes MAYORES en MAYÚSCULA, menores en minúscula)
ESTROFA: la/a FA/F SOL/G
ESTRIBILLO: DO/C SOL/G FA/F
En torno a tu mesa, Señor, te ofrecemos,
toda nuestra vida, el vino y el pan.
Son para nosotros, tu cuerpo y tu sangre,
promesa de vida, luz y libertad.
Señor, el pan que nos das
borra nuestras miserias.
Señor, tu copa será
sangre de vida eterna.
Señor, sabemos que Tú
te das sin condiciones.
Danos tu Espíritu y haz
de carne los corazones... Señor.
Tu Espíritu inflama de amor nuestras vidas,
nos sigues llamando; Señor, ¿dónde estás?.
Mas tú nos respondes: “me encuentras amando”.
Queremos sentirte nuestro Salvador.
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