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martes, 30 de septiembre de 2014

EN TORNO A TU MESA


Shalom herman@s:

Hoy os traigo un canto de ofertorio, llamado “En torno  a tu mesa”. 
Ya sabéis cual es el momento del ofertorio en la misa: es cuando se hace la ofrenda del vino y el pan. El sacerdote ofrece una oración, levantando la patena con la hostia, rezando en ese momento: “Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora Te presentamos: él será para nosotros pan de vida”. 
A continuación se ofrece el vino; antes de levantar y ofrecer el vino, el sacerdote le agrega unas gotas de agua, imitando la práctica hebrea de beber vino con agua en los tiempos en los que Jesús celebró la última cena. Pero además el agua simboliza a cada uno de nosotr@s, al pueblo, haciéndonos partícipes de su sacrificio. Así, al mezclarse el agua con el vino el pueblo se une a Cristo, reuniéndose con Aquel en quien cree. Las gotas de agua en el cáliz simbolizan, pues,  la participación de nuestra naturaleza humana con la naturaleza divina de Cristo.




Ya comenté  en otra de mis entradas la diversidad de ofrendas que se pueden hacer en el momento del ofertorio  (http://www.quequieresquetecante.com/2014/08/toma-mi-vida.html). Nosotr@s, como coro, sin duda lo mejor que podemos ofrecer a Jesús es nuestra música. El ofertorio sin duda alguna ganará mucho si se hace acompañado de un canto adecuado, como el que podéis ver en este vídeo:




¿Ya conocías esta canción? Pues dime tú qué quieres que te cante.


EN TORNO A TU MESA
(acordes MAYORES en MAYÚSCULA, menores en minúscula)
ESTROFA:    la/a     FA/F       SOL/G   
ESTRIBILLO:    DO/C      SOL/G       FA/F

En torno a tu mesa, Señor, te ofrecemos,
toda nuestra vida, el vino y el pan.
Son para nosotros, tu cuerpo y tu sangre,
promesa de vida, luz y libertad.

Señor, el pan que nos das 
borra nuestras miserias.

Señor, tu copa será 

sangre de vida eterna.

Señor, sabemos que Tú 

te das sin condiciones.

Danos tu Espíritu y haz 

de carne los corazones... Señor.


Tu Espíritu inflama de amor nuestras vidas,
nos sigues llamando; Señor, ¿dónde estás?.
Mas tú nos respondes: “me encuentras amando”.
Queremos sentirte nuestro Salvador.


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